Mucha gente en el movimiento pro-vida rehusa hacer la conexión entre la anticoncepción y el aborto. Insisten en que son dos cosas muy diferentes—que hay un mundo de diferencia entre los anticonceptivos, que evitan de que una vida se forme, y el aborto, que elimina una vida que ya ha sido formada.
Con algunos anticonceptivos no sólo hay una conexión con el aborto, sino que se trata de una misma identidad. Algunos anticonceptivos son abortivos y actúan causando un aborto temprano. El Dispositivo Intrauterino (DIU), evita que un óvulo fertilizado (un pequeño ser humano) se implante en el útero. La “píldora” no siempre detiene la ovulación, sino que también previene que el embrión se implante. Y, por supuesto, la píldora RU-486, trabaja abortando del todo al nuevo feto, al nuevo bebé. Aunque algunos en el movimiento pro-vida ocasionalmente hablan en contra de los anticonceptivos que son abortivos, generalmente ellos se abstienen totalmente de hablar sobre la controversia de los anticonceptivos.
La anticoncepción crea la “necesidad” de abortar
Esto me parece un error. Creo que no haremos un buen progreso creando una sociedad donde la vida nueva tenga seguridad y sea tratada con verdadero respeto, donde el aborto sea sólo un terrible recuerdo en vez de una terrible realidad, hasta que no veamos que hay muchas conexiones importantes entre los anticonceptivos y el aborto, y que hablemos con valor sobre esta verdad. Necesitamos entender que en una sociedad en la que los anticonceptivos son tan ampliamente usados, va a ser muy difícil eliminar los abortos, puesto que el estilo de vida y las actitudes que promueven los anticoncetivos crean una supuesta “necesidad” de abortar.
Planned Parenthood v Casey, la reciente decisión de la Corte Suprema, que confirmó Roe contra Wade, declara: “En algunos aspectos críticos, el aborto tiene el mismo carácter que la decisión de usar anticonceptivos. . .durante dos décadas de desarrollo económino y social, la gente ha tenido relaciones íntimas y ha tomado decisiones que definen sus propios puntos de vista y sus lugares en la sociedad, valiéndose de la disponibilidad del aborto en el caso de que los anticonceptivos fallen.”
La decisión de la Corte Suprema ha hecho completamente innecesario cualquier esfuerzo para exponer lo que realmente hay detrás de la adherencia de la época moderna al aborto. Tal como la Corte Suprema dice francamente, “necesitamos” el aborto para poder continuar con nuestros estilos de vida anticonceptivos. La razón por la cual un millón y medio de mujeres al año buscan el aborto como remedio, cuando no les resultan los anticonceptivos, no es por falla de los anticonceptivos mismos. Las “relaciones íntimas,” que fueron ayudadas por los anticonceptivos, son las que hacen el aborto “necesario.” “Relaciones íntimas,” aquí, es un eufemismo y un engaño en si mismo. Aquí, la palabra “íntimo” quiere decir “sexual”; no significa “amoroso y cercano.” El aborto es más a menudo el resultado de relaciones sexuales en las que no hay verdadera intimidad ni amor; en las que no hay cabida para un bebé, que es la consecuencia natural del acto sexual.
Los eruditos dudan de la alarmante sobrepoblación
La Corte Suprema, sin embargo, es inordinariamente franca. Muchas veces, se dan razones ostentosamente más nobles para el entusiasmo por los anticonceptivos. Por ejemplo, muchos piensan que los anticonceptivos son cruciales para controlar lo que se percibe como una gran explosión demográfica. Pero la mayoría no saben de que hay eruditos que seriamente disputan la autenticidad de esa alarma de sobrepoblación en la mayoría de los países de la tierra. Algunos eruditos, como Ben Wattenberg, Julian Simon y Jacqueline Kasun, sostienen que algunos países, especialmente en el occidente, están enfrentando problemas de reponer población, y como no nos estamos reproduciendo, nuestra población en el futuro se verá en una situación económica difícil. Estos eruditos piensan que gran parte del problema, incluso en areas ostensivamente sobrepobladas, es político y económico en vez de demográfico. O sea, que el problema no es demasiada gente, sino una distribución inapropiada de los bienes.
Pero el tema aquí no es la sobrepoblación ni los méritos de los anticonceptivos como medio de vencer la sobrepoblación. El control de la población no es la fuente principal que entusiasma a la época moderna para el uso de los anticonceptivos. En realidad, los anticonceptivos son aclamados como la solución a los problemas acarreados a causa de la revolución sexual. Muchos creen que con mejores anticonceptivos y uso responsable de ellos, se podrá reducir el número de embarazos no deseados como también el número de abortos, y aún evitar en algún modo la propagación de enfermedades transmitidas sexualmente.
Para avalar este argumento de que el uso responsible de anticonceptivos reduciría el número de abortos, algunos toman en cuenta que la mayoría de los abortos son hechos con “propósitos anticonceptivos.” Esto es, algunos abortos se hacen porque la mujer ha sido víctima de violación o incesto, o porque el embarazo pondría en peligro su vida, o porque el bebé podría estar deforme o incapacitado En vez de esto, la mayoría de los abortos suceden porque hombres y mujeres que no quieren bebés, están teniendo relaciones sexuales y se encuentran con embarazos que no planeaban o no querían. Ya sea porque los anticonceptivos que usaron fallaron o porque se les olvidó usar el anticonceptivo, recurren al aborto como reserva. Muchos creen que si pudiéramos convencer a los hombres y mujeres de que usen anticonceptivos responsablemente, podríamos reducir el número de embarazos no deseados y por lo tanto el número de abortos. Hace treinta años esta posición pudo obtener credibilidad, pero no hoy. Hemos vivido casi treinta años en una cultura saturada con el uso de anticonceptivos y de aborto. Ya no podemos pensar, que más acceso a los anticonceptivos reducen el número de abortos. Por el contrario, donde los anticonceptivos son más facilmente adquiridos, el número de embarazos no deseados y el número de abortos aumentan rápidamente.
La revolución sexual no es posible sin anticonceptivos
La conexión entre anticonceptivos y aborto es primordialmente la siguiente: los anticonceptivos facilitan el tipo de relaciones y también el tipo de actitudes de carácter moral que facilmente llevan al aborto. La mentalidad anticonceptiva trata las relaciones sexuales como algo que casi no tiene nada que ver con bebés. Se piensa que los bebés son como “accidentes” de las relaciones sexuales, como intrusos no bienvenidos en una relación sexual, como una carga. La revolución sexual no tiene suficiente cariño ni espacio para formular una conexión entre la actividad sexual y los bebés. La revolución sexual simplemente no fue posible hasta que anticonceptivos confiables fueron ampliamente disponibles.
Lejos de ser un tope para la revolución sexual, los anticonceptivos fueron el combustible que facilitó el inicio de la revolución sexual y lo habilita para que crezca con furia. En el pasado muchos hombres y mujeres se abstuvieron de relaciones sexuales ilícitas, simplemente porque no estaban preparados para enfrentar la responsabilidad de ser padres. Pero una vez que anticonceptivos confiables aparacieron en la escena, la barrera que protegía al sexo dentro del matrimonio cayó. La conexión entre el sexo y el amor también cayó rápidamente. Desde que los anticonceptivos vinieron a ser usados ampliamente, han habido muchas pláticas sobre aceptar y practicar el sexo casual y recreacionalmente. El profundo significado que es intrínsico en la relación sexual, se ha perdido de vista. El deseo de comprometerse en una relación sexual no es el resultado de un compromiso profundo de uno para otro. No se habla más del deseo de “tener un hijo tuyo,” y todo lo que trae consigo un bebé. Los anticonceptivos ayudan a reducir a la pareja a un simple objeto sexual, puesto que ayudan a tener relaciones íntimas sin ningún compromiso.
La facilidad con la que se dan las relaciones sexuales se acompaña con falta de cuidado en el uso de los anticonceptivos. Los estudios muestran que las mujeres que han tenido abortos, saben mucho sobre métodos de control de la natalidad. La gran mayoría, un 80%, son expertas en el uso de los anticonceptivos, pero demuestran descuido e indiferencia en el uso de los anticonceptivos por una variedad de razones. Una investigadora reporta las siguientes razones: Ella observa que algunas mujeres han roto la relación con su pareja sexual y creen que ya no necesitaran más usar anticonceptivos, pero de todas maneras siguen sexualmente activas(1). A otras no les agrada el exámen físico que requiere la píldora o no les gustan los efectos secundarios de ésta o las dificultades que trae conseguir los anticonceptivos. A muchas mujeres solteras no les gusta pensar de si mismas como mujeres sexualmente activas y el uso de anticonceptivos pone en conflicto la imágen que tienen de si. La omisión en el uso de anticonceptivos es una señal de que muchas mujeres no se sienten a gusto siendo sexualmente activas. O sea, que muchas de estas mujeres están comprometidas en una actividad que por alguna razón no desean admitir.
Frecuentemente los embarazos que son abortados eran planeados
En un libro titulado Tomando riesgos: El aborto y la decisión de no usar anticonceptivos, Kristin Luker, investigadora y científica social, pro-aborto, trata de descubrir la razón por la cual, con tantos anticonceptivos disponibles, muchísimas mujeres, prácticamente todas conocedoras de los anticonceptivos, tuvieron embarazos no deseados y abortos (2). Las conclusiones de los estudios sugieren que no es solo “descuido” o “irresponsabilidad” lo que lleva a las mujeres a abortar, sino que, frecuentemente, los embarazos que terminan en abortos son planeados o son resultado de un riesgo calculado. Luker empieza por dar de baja algunos de los puntos de vista más usados para obtener el aborto. Ella niega que las mujeres que tienen abortos sean jovencitas aterradas de pánico o que sean mujeres solteras que tendrían hijos ilegítimos si no abortan. También sostiene que las estadísticas no demuestran que el aborto es un acto de desesperación por parte de las mujeres pobres o de las que obtienen asistencia social o de las que tienen más hijos de los que pueden mantener. Lo que Luker trata de distinguir son las “razones” por las cuales estas mujeres no usan anticonceptivos, teniendo experiencia de ellos y sabiendo los riesgos que representa el no usarlos(3). Luker trata de comprobar en su estudio que: “los embarazos no deseados son el resultado final de una decisión tomada con alebosía. Para las mujeres en este estudio, el embarazo ocurrió de todas maneras, porque la mayoría de ellas trataban de lograr otros objetivos que tenían más importancia que el prevenir un embarazo”(4).
Luker discute que, para estas mujeres (que tienen sexo sin protección, aunque no quieren tener bebés), el uso de los anticonceptivos tiene un cierto “precio” y el quedar embarazadas tiene ciertos “beneficios.” La mujer calcula que los beneficios de no usar anticonceptivos y los beneficios de un embarazo sobrepasan los riesgos de quedar embarazada y de tener un aborto. Ella está de acuerdo en que muchas mujeres prefieren el “sexo espontáneo” y no les gusta pensar de si mismas como “sexualmente activas.” También nota que algunas se preguntan si todavía son fértiles y por eso no toman anticonceptivos(5). Para muchas mujeres, los beneficios de un embarazo son numerosos. El embarazo comprueba “que es mujer”(6), o que es fértil(7); provee una excusa para “forzar o definir una relación”(8); “fuerza a los padres de una mujer o de una jovencita a prestarle atención y relacionarse con ella”(9); el embarazo también se usa como una “técnica de psicología organizacional.”
Al final, casi todas las mujeres solteras a las cuales Luker entrevistó, tuvieron la opción de casarse (y supuestamente llevar el embarazo a término), pero ninguna escogió esta opción. Luker atribuye esto al deseo de no casarse bajo esas condiciones — esto es muy distinto al matrimonio de sus sueños — y a la creencia de que ellas son responsables del embarazo y no pueden exigir el apoyo de parte del hombre(10). Uno de los ejemplos que usa es el de una mujer soltera a quién no le gusta la píldora porque le hacía ganar peso, junto con el deseo de que su novio admitiera la relación ante los padres de él, quienes no la aceptaban, y la posibilidad de forzar el matrimonio. Por estas razones ella decidió no usar anticonceptivos (11). Después de quedar embarazada, esta mujer tuvo un aborto.
El “descuido” es intencional
Mucha de esta información sugiere que hay algo en lo más profundo de nuestra naturaleza que considera la separación entre el acto sexual y el amor, el compromiso y los bebés, como algo inadecuado. Como hemos visto, las mujeres son negligentes en el uso de anticonceptivos por diversas razones. Pero una de las razones por su despreocupación es el deseo de tener una relación sexual que tenga sentido, en vez de una actividad sexual sin significado. Ellas quieren que el acto sexual sea algo más que un saludo o compartir una cena. Ellas se sienten muy incómodas con los efectos de los anticonceptivos en cuanto a sus cuerpos y a la relación con sus parejas. A menudo, las mujeres desean tener una relación de más compromiso con el hombre que están viendo. Ellas quedan embarazadas para comprobar el cariño y el compromiso por parte de él. Pero como esa relación no es permanente, puesto que no hay votos ni promesas serias, ellas son profundamente ambivalentes a que ocurra un embarazo. Es más probable que estas mujeres aborten un embarazo que incluso habrían deseado. Suena como descabellado el decir que algunas mujeres pueden, en cierta forma, “planear” los mismos embarazos que ellas abortan, aunque este análisis ha sido llevado a cabo por sociólogos pro-aborto.
¿Por qué actúan las mujeres en forma tan autodestructiva? Nuevamente, una gran parte de los razonamientos es el énfasis tan increíble que la época moderna le da a la libertad. No a la verdadera libertad que todos desean — la libertad de alcanzar lo bueno y verdadero— sino que a un tipo de libertad que es más como una licencia: la libertad de hacer lo que uno quiere, sin importar si es bueno y verdadero. Queremos ser libres no para “descubrir” lo que es bueno y la verdad, sino ser libres para “definir” lo que es bueno y la verdad.
Nuevamente encontramos pruebas explícitas de nuestro deseo de definir la realidad, en el caso Planned Parenthood v Casey, que dice: “En el corazón de la liberad está el derecho de definir el concepto propio de la existencia, del significado, del universo, del misterio de la vida humana.” Sin duda, todos tenemos el derecho a definir nuestros propios “conceptos.” Pero cuando estos “conceptos” se traducen en acción, el público tiene el derecho a protección contra comportamientos malignos que resultan de estos conceptos. Algunos tienen el “concepto” de que individuos de cierta raza o grupo étnico son inferiores y no tienen derecho a la igualdad de derechos humanos. Ciertamente ellos tienen el derecho a definir ese concepto, por muy erróneo que sea; pero ellos no tienen el derecho a imponer “sus” conceptos a otros. ¡No todos los conceptos son creados iguales!
Preferimos nuestra libertad sobre lo que es bueno
Fundamentalmente, la época moderna escandaliza con su actitud anarquista. Hasta en las sociedades libres las leyes se ven como reprimiendo la libertad humana. Permitimos esas restricciones para evitar un gran daño a los individuos. Pero mientras menos restricciones tengamos mejor. Hemos perdido en gran parte el sentido de que las leyes pueden poner restricciones adecuadas a la libertad humana y que son esenciales para la protección de los seres humanos. Aunque vemos cierta conexión entre las leyes y la justicia, preferimos mucho más las leyes que protegen nuestra libertad en vez de las leyes que adelantan nuestro bien. Por ejemplo, aunque pocos defienden que la pornografía es dañina para nuestra cultura, es generalmente tolerada porque preferimos nuestra libertad sobre lo que es bueno. Una vez que se les ocurrió el punto de vista de que el hombre es fundamentalmente bueno y que su libertad de hacer lo que quiere es su característica más importante, esta idea se dispersó. Este punto de vista está acompañado por una falta de apreciación por lo transcendente. Ve al hombre sólo como a un animal más desarrollado. Como enseñó Nietzsche, el hombre no debe de controlar sus pasiones por la razón, sino que tiene que usar la razón para satisfacer sus pasiones, para ayudarle a coger cualquier felicidad que pueda en este universo sin sentido. Este punto de vista reemplaza la visión cristiana del hombre como huésped del universo de Dios, una criatura caída con el pecado original, pero de todas formas la criatura más excelsa de la creación, quien a través de la obediencia a la ley natural y a Dios, y por medio de la gracia, se encamina a la unión eterna con Dios.
La promiscuidad sexual aumenta
Al final de la década de los sesenta y a principios de los setentas, la idea de la persona humana como un animal a quien las pasiones deben gobernar, se arraigaron de un modo intrínsico en las actitudes de aquellos que promovieron la revolución sexual. Uno de los más grandes promotores y agentes de la revolución sexual ha sido Planificación Familiar (12). Durante las décadas de los sesentas y los setentas, muchos de los hombres y mujeres, altavoces de Planificación Familiar, sin vergüenza alguna, promovieron el sexo fuera del matrimonio y aún la promiscuidad. A la juventud se le dijo que abandonara las expresisones morales de sus padres y se entregaran al “amor libre.” Les dijeron que el tener una vida sexual activa con un gran número de parejas les iba a ser psicologicamente sano, perfectamente normal y perfectamente moral. Hoy en día, por la gran expansión del SIDA y la desvastadora plaga de embarazos de adolescentes, incluso Planificación Familiar le da importancia a la abstinencia. Aún así, ellos no confían en que la gente joven se pueda y quiera abstener de relaciones sexuales. Por lo tanto promueven el “sexo seguro,” “sexo responsable,” por lo cual quieren decir que la relación sexual se tenga con anticonceptivos. Los educadores sexuales asumen que la gente joven tendrán actividad sexual fuera del matrimonio (lo auto-asumen en algunos aspectos). Por lo tanto, la meta de sus programas es que utilicen anticonceptivos. Planificación Familiar piensa que la educación sexual reducirá el número de embarazos y por lo tanto el número de abortos. Pero volvemos a lo mismo. Todos los estudios muestran que los programas de educación sexual inspirados por Planificación Familiar conducen a mayor promiscuidad, a más embarazos de adolescentes y a más abortos.
La gente joven no necesita educación sexual del tipo que enseña Planificación Familiar. Necesitan aprender que el acto sexual se debe de usar con responsabilidad y seguridad sólo en el matrimonio. En lugar de llenarles la cabeza con nociones falsas sobre la libertad y los bolsillos de condones, necesitamos ayudarles a ver la realidad del verdadero significado de la sexualidad. Necesitamos ayudarles a que aprendan autodisciplina y autocontrol, para que no se esclavicen de sus pasiones sexuales. Necesitan aprender que las relaciones sexuales le incumben sólo al matrimonio y cuando se comprometen al matrimonio viene la verdadera libertad: la libertad de darse completamente al otro, la libertad de aceptar la responsabilidad de los hijos propios.
Hay dos bases sobre las cuales la educación para responsabilidad sexual se debe construir. Estas bases están corroídas por el sexo con anticonceptivos. Una base fundamental es que el acto sexual debe ser la expresión de un amor profundo hacia otro individuo. Un amor profundo que lleva a uno a entregarse totalmente al otro. La mayoría de los individuos esperan tener algún día un matrimonio fiel, una relación marital con alquien a quien amen profundamente y por quien sean profundamente amados. Uno de los mayores componentes de ese amor profundo es la promesa de fidelidad que uno le da al otro de serle fiel sexualmente. A algunos les parece anticuado hablar de la necesidad de ser fiel a su esposo antes del matrimonio. El caso es que uno le debe fidelidad a su esposo/a aún antes de conocerle. Uno se debe preparar para ser un buen amante, un buen esposo/a durante toda la vida. Esto quiere decir reservar el dar uno su sexualidad hasta que esté casado; porque, de hecho, la sexualidad propia le pertenece a nuestro futuro esposo/a tanto como a uno mismo. Hace algunas generaciones, era común para la gente joven hablar de “preservarse” para el matrimonio. Hoy esta es una expresión mofada, porque no hay entendimiento alguno de lo que es el amor, la sexualidad y el matrimonio. Uno debe de prepararse y esperarse para el matrimonio.
Las relaciones sexuales fuera del matrimonio causan mucho daño. Muchos tienden a sentirse explotados así como haber explotado a otros. Muchos experimentan el sentirse extraños y pierden la habilidad de confiar en otros completamente. O bien, el placer sexual que experimentan les impide conocer el verdadero carácter de la persona con quién tienen sexo y hacen un juicio erróneo sobre con quién se quieren casar (13). Tendríamos que ayudar a la gente joven a ver por qué ellos deben evitar el camino fácil, tonto y autodestructivo de las relaciones sexuales con anticonceptivos de que toman parte, con descuido y sin ningún significado, antes de casarse.
Los anticonceptivos cortan la conexión entre el sexo y los bebés
La otra base fundamental para los programas de educación sexual debería ser la idea de que “si no estás listo para tener bebés, no estás listo para relaciones sexuales y no estás listo para bebés hasta que te cases.” La mayoría quieren ser buenos padres, quieren proveer para sus hijos y darles una buena educación. Los anticonceptivos destruyen la conexión entre las relaciones sexuales y los bebés; nos hacen sentir responsables sobre nuestra sexualidad mientras que nos permiten ser irresponsables. Los individuos que nacen fuera del matrimonio empiezan la vida de una forma más dura; les cuesta mucho obtener la disciplina y la fuerza necesarias para ser adultos responsables. Las madres solteras tienen vidas muy duras al esforzarse para solventar las necesidades de sus hijos y sus propias necesidades emocionales. Aquellas quienes abortan a sus bebés muy a menudo tienen desvastadoras cicatrices psicológicas. El precio de un embarazo sin matrimonio es muy alto.
Incluso dentro del matrimonio los anticonceptivos son destructivos al reducir el significado del acto sexual; quitan el gran compromiso que es inherente a la receptividad de tener hijos con quien uno ama.
Por lo tanto, no nos debe sorprender que, al contrario de los que usan anticonceptivos, aquellos que usan métodos de Planificación Natural de la Familia (PNF) no recurren al aborto en caso de un embarazo no planeado. Algunos arguyen que los que usan métodos de PNF están opuestos a tener bebés, tal como los que usan anticonceptivos; y que ellos también desean tener relaciones sexuales sin bebés. Pero la gran diferencia es que aquellos que usan PNF mantienen el principio de la responsabilidad sexual; sus relaciones sexuales permanecen tan abiertas como la naturaleza de la procreación lo permite. Ellos se abstienen de relaciones sexuales cuando saben que pueden concebir, y tienen relaciones sexuales cuando saben que no pueden concebir, precisamente por su deseo de ser responsables sobre la crianza de niños.
Aquellos quienes abortan generalmente han usado anticonceptivos
Una gran diferencia reveladora entre los anticonceptivos y PNF es que quienes abortan generalmente han usado anticonceptivos, y aquellos que usan PNF casi nunca abortan. Cuando los que usan PNF se embarazan sin intención alguna, aceptan el embarazo de lleno. Generalmente ellos practican PNF no para evitar un embarazo del todo, sino por les gustaría posponer un embarazo. Ellos generalmente aman a los niños y desean tenerlos; y aunque el embarazo a veces puede ser inconveniente, no es como un desastre. Tiene sentido entonces que lo usen sólo aquellos que están casados, porque tienen confianza mutua y el compromiso de llevar a la práctica el método.
Por otro lado, aquellos quienes usan anticonceptivos y quedan embarazados sin esperearlo, generalmente están enojados, pues hicieron todo lo posible para evitar un embarazo. Para aquellos que no están casados, un embarazo representa un desastre, y el aborto parece una necesidad, pues no hay compromiso permanente entre la pareja sexual. Los que se casan a menudo ha planeado una vida que no es receptiva a niños y están tentados a abortar para mantener ese estillo de vida que ellos han diseñado sin hijos.Pero no estoy diciendo, desde luego, que todos los que usan anticonceptivos podrían abortar; sino que muchos de los que usan anticonceptivos abortan y es muy raro que los que usan PFN lo hagan.
Los anticonceptivos dejan el elemento de “hacer un bebé” fuera del acto sexual. Tratan al embarazo como a un accidente del acto sexual, en lugar de la consecuencia natural para la que los invididuos responsables deberían estar preparados. El aborto, entonces, se ve como una solución a un embarazo no deseado. Los anticonceptivos les permiten a aquellos quienes no están preparados para tener bebés, a tener relaciones sexuales. Cuando resulta un embarazo, ellos se resienten contra el niño que aún no ha nacido por entrometerse en sus vidas, y buscan la solución en el aborto. No debería sorprendernos que en los países donde los anticonceptivos están a la orden del día, tratan de hacer el aborto legal a toda costa. Mientras esto no sucede en los países en los cuales los bebés pueden sobrevivir dentro y fuera del vientre. Es tontería por parte de los que son pro-vida pensar que pueden evitar el tema de los anticonceptivos y la irresponsabilidad sexual y al mismo tiempo tener éxito en la batalla contra el aborto. Porque tal como la Corte Suprema declara, el aborto es “necesario” para aquellos que tienen relaciones sexuales basadas en anticonceptivos.
Referencias
1. Mary K. Zimmerman, Passage through Abortion (Pasage a través del aborto) (New York: 1977)
2. Kristin Luker, Taking Chances: Abortion and the Decision Not to Contracept (Tomando riesgos: El aborto y la decisión de no usar anticonceptivos) (Berkley: 1975)
3. Luker, 16 4. Luker, 32 5. Luker, 62-53
6. Luker, 65 7. Luker, 68 8. Luker, 70
9. Luker, 71 10. Luker, 123 11. Luker, 83
12. Para corroborar los argumentos hechos por Planned Parenthood, ver George Grant, Grand Illusions: The Legacy of Planned Parenthoood (Ilusiones grandes: El legado de la Planificación Familiar) (Brentwood, TN: Wolgemuth and Hyatt Publishers, Inc., 1988) y Robert Marshall y Charles Donovan, Blessed Are the Barren (Bendito sean aquellas estériles)(San Francisco, CA; Ignatius Press, 1991)
13. Para una buena discusión pastoral sobre el mal del sexo premarital, ver James T. Burtchaell, For Better or Worse (Para mejor o peor), (New Jersey: Paulist Press, 1985)
La doctora Janet E. Smith, es una Profesora Visitanda de los Asuntos de Vida en la Sacred Heart Seminary en Detroit. Ha editado Why Humanae Vitae was Right: A Reader (Por qué Humanae Vitae tenía razón: Texto de lectura) y ha escrito Huanae Vitae: A Generation Later (Humanae Vitae: Una generación más tarde) y numerosos artículos sobre los preguntas ethicales y bioethicales. Ella habla nacionalmente e inter-nacionalmente en asuntos de vida. Mas que 400,000 copias de su cassete “Anticoncepción: Por qué No” se han distribuidos.
Este artículo fue impreso con permiso de Homiletic & Pastoral Review.